La fe, el sacrificio, el compromiso y la paciencia.
Estos son solo algunas de las cualidades que caracterizan al Profeta Ibrahim o Abraham como se le llama en español (que la paz sea con él).
Por lo tanto, no debería ser una sorpresa que él es venerado no sólo en el Islam, sino también en el cristianismo y el judaísmo. El Profeta Ibrahim es asimismo una gran personalidad para mencionar en los diálogos entre musulmanes, judíos y cristianos.
Aquí hay alguna información básica acerca de él desde los tres puntos de vista:
1. El Islam
“¡La paz sea con Abraham!” Dice Dios en el Corán (37:109).
En el Islam, se le conoce al Profeta Ibrahim como el amigo de Dios y el padre de los profetas (Ismail o Ismael en español e Ishaq o Isaac y el abuelo del Profeta Yaqub o Jacob). Él es también uno de los antepasados del Profeta Muhammad (que la paz y bendiciones sean con él). Cualquier persona que rechaza el Profeta Ibrahim no es un verdadero creyente en el Islam. El Profeta Ibrahim juega un papel fundamental en este sentido. En términos de credo, un musulmán debe creer en todos los profetas. Esto incluye no solamente al Profeta Ibrahim, sino también a sus hijos Ismail, Ishaq, su nieto Yaqub y por supuesto su descendiente, el Profeta Muhammad (que la paz sea con todos ellos).
Cuando se trata de los cinco pilares del Islam, la importancia del Profeta Ibrahim se hace aún más evidente.
El segundo pilar del Islam es el Salah, las cinco oraciones diarias obligatorias. Cada musulmán que ha alcanzado la edad de la pubertad está obligado a cumplir con sus oraciones, sea hombre o mujer, ya sea que vivan en el desierto del norte de Arabia, una aldea en el norte Pakistán o en un centro urbano de Norteamérica.
Durante una parte de cada una de estas cinco oraciones, los musulmanes deben pedirle a Dios que bendiga al Profeta Ibrahim. Esto implica que hay miles de millones de musulmanes en prácticamente todas las zonas horarias de este planeta pidiéndole a Dios que envíe sus bendiciones sobre el Profeta Ibrahim cada día, cinco veces al día, durante el curso de cada oración.
Más importante aún, la dirección que todo musulmán debe mirar al orar es hacia una estructura que el Profeta Ibrahim construyó con su hijo Ismail: la Kaba, en La Meca, Arabia Saudita.
Dios dice acerca de la Kaba: “Ciertamente la primera Casa erigida para los hombres es la de Bakkah [la Ka‘bah], en ella hay bendición y guía para la humanidad, También signos evidentes. Entre ellos está el sitial de Abraham. Quien ingrese en ella estará a salvo. Es una obligación para los hombres peregrinar a esta Casa si se encuentran en condiciones de hacerlo [físicas y económicas]. Y quien niegue lo que Alá ha prescripto, sepa que Alá prescinde de todas las criaturas”. (El Corán, 3:96-97)
Esto conduce a la segunda forma en la que este Profeta, descrito como el amigo íntimo de Dios (El Corán 4: 125), es venerado: el Hayy.
El Hayy es la peregrinación que cada musulmán (físicamente y económicamente capaz) debe hacer a La Meca por lo menos una vez en su vida. El Hayy es una obligación que ningún musulmán puede ignorar o rechazar. Es en este rito que la importancia del Profeta Ibrahim se vuelve aún más evidente.
En general, la centralidad del Profeta Ibrahim a este quinto pilar del Islam es indicado por la declaración del Profeta Muhammad, “Deben observar las tradiciones y rituales (del Hayy), ya que estos han descendido a ustedes como herencia de (su antecesor) Ibrahim” (Tirmidhi).
En primer lugar, la Kaba es la estructura central en torno a la cual el Hayy se lleva a cabo. Ningún Hayy es válido sin tener que pasar alrededor de esta estructura construida por los Profetas Ibrahim e Ismail en el sentido antihorario siete veces. En segundo lugar, los musulmanes que realizan el Hayy o Umrah (la peregrinación menor) deben correr entre Safa y Marwa (dos colinas cercanas a la Kaba) siete veces. Se trata de una conmemoración del sacrificio de la esposa de Abraham, Hayar (que Dios esté complacido con ella) por su hijo, el Profeta Ismail.
El Profeta Ibrahim había instalado a su esposa e hijo en el valle de La Meca por orden de Dios para ser los pioneros de una civilización. Fue a partir de esta civilización que nació el Profeta Muhammad.
Por último, la disposición del profeta Ibrahim de sacrificar a su amado hijo, Ismail, por la causa de Dios ejemplifica su sincera devoción a Dios. La conmemoración de este sacrificio se practica con el sacrificio de un animal durante el Hayy y uno de los dos días sagrados islámicos: Id-ul-Adha.
Tanto el padre como el hijo voluntariamente se sometieron a la orden de Dios. Dios sustituyó un carnero en lugar de Ismail al último momento. Dios habla de este incidente en el Corán, 37: 100-107.
El sacrificio que se ofrece por los musulmanes en todo el mundo cada año (en Id-ul-Adha) es en conmemoración del acto supremo y el espíritu de sacrificio ofrecido por el Profeta Abraham y su hijo, Ismail.
2. El Judaísmo
Según La enciclopedia concisa del judaísmo por Dan Cohn-Sherbok (Publicaciones Oneworld, 1998), el Profeta Abraham es el padre de los judíos. De acuerdo a la Escritura, él era el hijo de Taré y el padre de Isaac, que nació de Sarah, y él también es el padre de Ismael, que nació de Agar.
Después de salir de Ur de Caldea, Abraham viajó a Canaán, visitó Egipto y regresó a Hebrón. Dios se le apareció en una visión. Él le prometió a Abraham que sus descendientes heredarían la tierra. Dios puso a prueba la fe de Abraham pidiéndole que sacrificara a su hijo Isaac (Génesis 11: 26-25: 10).
Cuando Sarah, la madre de Isaac, murió, Abraham compró la cueva de Macpela como un lugar de entierro. Abraham murió a la edad de 175 años.
Según el Compañero de Oxford Conciso de la religión judía por Louis Jacobs (Prensa de la Universidad de Oxford, 1999), la historia de Abraham se narra en el libro de Génesis (11: 27-25: 18). He aquí un extracto de esa sección (de Génesis 22: 2-13), que se centra en el sacrificio de Abraham de su hijo Isaac, según la tradición judía:
Y Dios le ordenó:
—Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto (ofrenda encendida) en el monte que yo te indicaré.
Abraham se levantó de madrugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día, Abraham alzó los ojos y a lo lejos vio el lugar. Entonces les dijo a sus criados:
—Quédense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a ustedes.
Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego y el cuchillo. Y los dos siguieron caminando juntos.
Isaac le dijo a Abraham:
— ¡Padre!
—Dime, hijo mío.
—Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?
—El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham.
Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y preparó la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo, pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
— ¡Abraham! ¡Abraham!
—Aquí estoy —respondió.
—No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.
Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue entonces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo.
La mayoría de los eruditos contemporáneos piensan que vivió aproximadamente en el siglo XVIII antes de la Era Cristiana.
En la tradición judía, él es el padre de los judíos y del judaísmo.
El pacto de Dios con Abraham se expresa en el rito de la circuncisión (Génesis 17) y niños judíos varones, hasta hoy día, son circuncidados.
Este acto se llama la “entrada en el pacto de Abraham, nuestro padre”, y el nombre del propio rito es el ‘berit’; el ‘pacto’.
Abraham también es considerado el padre espiritual de cualquier persona que se convierte al judaísmo. En una ceremonia de conversión judía, un converso recibe un nombre hebreo y se le llama un ‘hijo de Abraham, nuestro padre’.
3. El cristianismo
Es a través de la figura central del Profeta Jesús (la paz sea con él) que al Profeta Abraham se le da importancia en la tradición cristiana.
Según la Enciclopedia Católica Volumen 1 (1999, Kevin Knight, la versión en línea), en el Nuevo Testamento, la generación de Jesucristo tiene su origen en Abraham de acuerdo a San Mateo.
De manera similar, como el Nuevo Testamento vincula el linaje del Profeta Jesús con el Profeta Abraham, hace lo mismo con todos los judíos, con respecto a la línea de descendencia “carnal”.
Sin embargo, en el Nuevo Testamento, no es esta descendencia carnal de Abraham a la que se le da importancia sino poniendo en práctica las virtudes atribuidas a Abraham en Génesis. Por lo tanto, en Juan, 8, los judíos dicen (33): “Somos la semilla de Abraham”, y Jesús responde (39): “Si son hijos de Abraham, hagan las obras de Abraham”.
La Enciclopedia Católica también toma nota de que el Profeta Abraham puede ser considerado la fuente de la religión del Antiguo Testamento. Desde los días del Profeta Abraham, los hombres estaban acostumbrados a hablar de Dios como el Dios de Abraham, mientras que el Profeta Abraham no se refiere a nadie que lo precede de una manera similar.
De acuerdo con La Enciclopedia Concisa del cristianismo por Geoffrey Parrinder (Publicaciones Oneworld 1998), Abraham es un gran patriarca hebreo y es considerado el padre espiritual común de las religiones abrahámicas: el judaísmo, el cristianismo y el Islam.
Pablo escribió que todos aquellos que tienen fe son hijos de Abraham (Gálatas 3: 7). La fe y el ejemplo del Profeta Abraham han sido citados por muchos autores cristianos.
Según Lucas 16:22, Jesús habló del seno de Abraham como un símbolo del paraíso (Lucas 16:22).
Los cristianos creen que Dios le dio a Abraham un hijo a través de una esclava llamada, Agar, primero. A este hijo se le llamó Ismael. Dios le dio un segundo hijo de su esposa estéril Sara. Fue nombrado Isaac.
Según la tradición cristiana, Dios le pidió a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac “para demostrar que él era digno de convertirse en el padre de una nación poderosa, que sería tan numerosa como las estrellas del cielo o los granos de arena en la orilla del mar”.
Tomado de “Una historia de Dios, la Búsqueda de 4.000 años del judaísmo, el cristianismo y el Islam” por Karen Armstrong, publicado por Alfred A. Knopf, 1993.