“Y entre Sus signos está haberos creado esposas de entre vosotros para que encontréis en ellas sosiego, y puso entre vosotros amor y misericordia. Por cierto que en esto hay signos para quienes reflexionan”. (El Corán, 30:21)

“¡Oh, humanos! Temed a vuestro Señor Quien os ha creado a partir de un solo ser, del que creó a su esposa e hizo descender de ambos muchos hombres y mujeres. Temed a Alá, en Cuyo nombre os reclamáis vuestros derechos, y respetad los lazos de parentesco. Por cierto que Alá os observa”. (El Corán, 4:1)

Los versos del Corán mencionados establecen el marco para la base y los objetivos del matrimonio en el Islam. En la máxima Sabiduría de Dios, primero aprendemos que el hombre y la mujer son creados de la misma fuente y que a esto se le debe prestar atención debido a que es uno de Sus signos.

El hecho de que venimos de una misma alma indica nuestra igualdad como seres humanos. Cuando la esencia de nuestra creación es igual, el argumento de quién es mejor o mayor es redundante. Para destacar este hecho, y después hablar acerca del matrimonio en el mismo verso, es de gran importancia para aquellos que están en el campo de la consejería matrimonial.

Un cambio en esta actitud hacia la igualdad de género provoca un desequilibrio en las relaciones de pareja que conduce a los matrimonios disfuncionales. Cada vez que una de las partes considera que es superior o por encima de la otra, esto causa una lucha por el poder que puede dar lugar posteriormente a un uso indebido o abuso de ese poder. Como resultado, el compañero menospreciado es visto como una presa fácil. Muchas de las dificultades maritales se basan en, o son causadas por, la estratagema de controlar y dominar.

Al enfatizar sobre la igualdad de todos los seres humanos, hombres o mujeres, y convirtiéndolo en la base del matrimonio, Dios, en Su Infinita Sabiduría, Ha determinado las reglas básicas para el establecimiento de la paz. Él Ha asignado papeles diferentes al marido y la mujer como estrategia funcional, no como una cuestión de competencia como seres humanos.

El Profeta Muhammad (que la paz sea con él/p) dijo: “los hombres y las mujeres son mitades gemelas, unos de otros” (Bujari) Esta narración da a entender que los hombres y las mujeres son creados a partir de una sola fuente. Por otra parte, mediante el uso de la analogía de la mitad gemela, el Profeta (p) ha definido la naturaleza recíproca e interdependiente de la relación entre el hombre y la mujer.

El objetivo del matrimonio, de acuerdo con los versículos coránicos anteriores, es permitirnos vivir en paz y tranquilidad. Es importante que reflexionemos sobre estas palabras y sus significados en el punto de vista islámico.

Con el fin de alcanzar la paz, ciertas condiciones se deben cumplir. Estos requisitos previos son la justicia, la imparcialidad, la equidad, la igualdad y el cumplimiento de los derechos mutuos. Por lo tanto, cualquier injusticia incluyendo la opresión o la persecución, no se puede tolerar si ha de haber paz en los hogares musulmanes.

En el ámbito doméstico, la opresión se manifiesta cuando se ve comprometido, descuidado o ignorado el proceso de la Shura (la consulta). Cuando uno entre la pareja (en la mayoría de los casos, el marido) toma decisiones unilaterales y aplica un estilo dictatorial de liderazgo, la paz se ve comprometida. La persecución está presente cuando hay alguna forma de abuso doméstico siendo perpetrado.

La tranquilidad en cambio es un estado de bienestar que se consigue cuando se ha establecido la paz. La tranquilidad se ve comprometida cuando hay tensión, estrés o ira. Es un error pensar que la tranquilidad es un estado perpetuo de felicidad, ya que nunca se puede ser inmune a las tragedias y catástrofes. De hecho, Dios nos dice varias veces en el Corán que un creyente será juzgado y puesto a prueba. Sin embargo, un estado de tranquilidad empodera a una persona con la capacidad para manejar los momentos difíciles con sus esposos como siervos obedientes de Dios. Dios, en Su infinita Misericordia, también nos brinda las herramientas con las que podemos alcanzar este estado de paz y tranquilidad.

El segundo principio en que se basa la vida familiar islámica es el Rahma, lo que significa la misericordia. Como se menciona en el versículo anterior, Dios nos dice que es Él Quien ha colocado la misericordia entre los corazones de los esposos. Por lo tanto, nos inclinamos por nuestra propia naturaleza a tener misericordia por los demás. La misericordia se manifiesta a través de la compasión, el perdón, la atención y la humildad.

Es obvio que estos son todos los ingredientes que hacen a una sociedad exitosa. El matrimonio en el Islam es ante todo una unión  basada en la igualdad de la pareja y la especificación de los papeles de cada individuo. La falta de la misericordia en un matrimonio o en una familia, la hace disfuncional en términos islámicos.

Dios afirma que, además de la misericordia, Él ha puesto el amor entre los esposos. Debe señalarse, sin embargo, que el concepto islámico del amor es diferente al amor romántico más comúnmente conocido que se ha vuelto tan valioso.

La diferencia básica es que el amor entre el hombre y la mujer en el contexto islámico sólo puede realizarse y expresarse en un matrimonio legal. Con el fin de desarrollar una vía saludable para la expresión del amor entre un hombre y una mujer, y para garantizar la seguridad de modo que tal relación amorosa pueda prosperar, es necesario darle la protección de la Sharia (ley islámica).

El amor matrimonial en el Islam inculca lo siguiente:

La fe: El amor que las parejas musulmanas comparten debe ser por el bien de Dios y para ganar Su complacencia. Es de Dios que reclamamos nuestros derechos mutuos (El Corán 4: 1) y es ante Dios que rendiremos cuentas por nuestro comportamiento como esposos y esposas.

El sustento: El amor no es para consumir, sino para sostener. Dios expresa su amor por nosotros, proporcionando sostenimiento. Amar en el Islam es mantener al ser querido físicamente, emocionalmente, espiritualmente e intelectualmente, a la medida de nuestra capacidad. (Note: El apoyo financiero es el deber del marido. Sin embargo, si la mujer lo desea, también puede contribuir.)

La aceptación: Amar a alguien es aceptarlo por quien es. Es egoísta tratar de moldear a una persona a lo que deseamos que sea. El verdadero amor no pretende destruir la individualidad o controlar las diferencias personales, sino que es flexible y generoso para adaptarse a las diferencias.

Desafíos: El amor nos desafía a lograr todo lo que podamos, nos anima a aprovechar nuestros talentos y se enorgullece de nuestros logros. Permitir al ser querido realizar su potencial es la experiencia más gratificante.

La Misericordia: La misericordia nos impulsa a amar y el amor nos obliga a tener misericordia. En el contexto islámico los dos son sinónimos. El atributo que Dios eligió para Sí mismo como el supremo es el Misericordioso. Este atributo, Ar Rahman (el Más Misericordioso) se menciona 170 veces en el Corán, lo que indica la importancia de mostrar la misericordia con los demás. La Misericordia, en la aplicación práctica, significa tener y demostrar compasión y ser caritativo.

El perdón: El amor nunca es demasiado orgulloso para pedir perdón o demasiado mezquino para perdonar. Está dispuesto a dejar a un lado el dolor y las decepciones. El perdón nos da la oportunidad de mejorar y corregir nuestros errores. El Islam enseña que si queremos que Dios perdone nuestras faltas, entonces debemos perdonar a los demás también.

El respeto: Amar es respetar y valorar a la persona, sus contribuciones y sus opiniones. El respeto no nos permite subestimar a nuestros seres queridos o ignorar sus opiniones. Como nos relacionamos con nuestras parejas refleja si realmente los respetamos o no.

La confianza: La confianza es el ingrediente más esencial del amor. Cuando la confianza se traiciona y la confidencialidad se ve comprometida, el amor pierde su alma.

El cuidado: El amor fomenta un cariño profundo que exige cuidar y compartir en todo lo que hacemos. Las necesidades de nuestros seres queridos tienen prioridad sobre las nuestras.

La bondad: La biografía del Profeta Muhammad (p) está repleta de ejemplos de actos de bondad que mostraba hacia su familia y especialmente sus esposas. Incluso cuando se probaba su paciencia, nunca fue cruel en palabras o en hechos. Simplemente, amar es ser amable.

El crecimiento: El amor matrimonial no es estático, ya que crece y florece cada día. Requiere mucho trabajo y compromiso, y se alimenta mediante la fe cuando estamos agradecidos por las bendiciones de Dios.

Mejora: El amor mejora nuestra imagen y embellece nuestro mundo. Proporciona la seguridad emocional y el bienestar físico.

El desinterés: El amor da incondicionalmente y protege debidamente.

La honestidad: El amor es la honestidad sin crueldad y la lealtad sin compromiso.

Editado de un artículo por:

Sahina Siddiqui

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