Por Saulat Pervez
Cuando los musulmanes conquistaron a España en el año 711 E.C., Judíos fueron liberados de la persecución de sus gobernantes visigodos cristianos y disfrutaron de una época de plena libertad religiosa. Mientras que habían sobrevivido siglos de marginación bajo el dominio cristiano, el ambiente de tolerancia en la España musulmana les permitió prosperar. Así comenzó un período de casi 800 años de logros singulares para el pueblo judío.
Como no-musulmanes protegidos por la ley o dhimmis, pagaban un impuesto anual (yizia) de un dinar dorado per cápita1, y conducían sus asuntos de acuerdo con sus sistemas legales y sociales propios. Sus números aumentaron a través de la migración judía que llegaba a la Península Ibérica desde África.
Sin embargo, esta no fue la primera vez que las historias musulmanas y judías se enlazaba. De hecho, la relación entre los musulmanes y judíos comenzó desde la llegada del Islam. El Profeta Muhammad, que la paz sea con él, negoció tratados con los judíos de Medina después de su inmigración. Cuando Palestina fue conquistada por los musulmanes en el año 637 E.C., el segundo Califa del Islam, Umar bin al Khattab, permitió que la gente judía practicara su religión abiertamente y viviera en Jerusalén, por primera vez en 500 años tras su expulsión de la Tierra Santa. La gente judía formaba academias en Iraq en el décimo siglo, alentando una unificación de pensamiento teológico. Llamaron este periodo de tiempo la Época de Excelencias.
En Una historia breve del pueblo judío (Oxford University Press, 2000), Scheindlin escribe,
“La mayoría de los judíos del mundo eran ahora habitantes de un imperio singular islámico que se extendía desde el río Indo en el oriente hasta el Océano Atlántico en el Occidente, incluyendo España. Este desarrollo les brindo a los judíos de Palestina, Egipto y España un alivio casi instantáneo de las persecuciones, hostigamientos y humillaciones que sufrieron bajo el hostil dominio cristiano. También los unió, por primera vez desde el comienzo de la diáspora, bajo un solo sistema cultural, económico y político. Ambas nuevas condiciones les permitirían prosperar y crear la comunidad de la diáspora judía más exitosa de los tiempos pre modernos”.
Esta prosperidad se formó dentro de la Edad de Oro de los musulmanes, ofreciendo a propios y extraños, musulmanes y no musulmanes, la oportunidad de crear, producir, inventar e innovar. Este espíritu fue más evidente en la España musulmana, anunciando una era durante la cual el pueblo judío verdaderamente disfrutó de su época dorada.
El comienzo
“En ese largo intervalo entre la llegada de Tariq en el año 711 y la reconquista bajo la Reina Isabela en 1492, la mezcla única de al-Andalus producirá maravillosas innovaciones en la arquitectura, la música, la literatura, la filosofía, la medicina y la ciencia “, escribe Michael Hamilton Morgan en La historia perdida (National Geographic, 2007).
De acuerdo con Wikipedia,
“Especialmente después del año 912, durante el reinado de Abd-al-Rahman III y su hijo, Al-Hakam II, los judíos prosperaron, dedicándose al servicio del Califato de Córdoba, al estudio de las ciencias, y al comercio y a la industria, contribuyendo a la prosperidad del país. La expansión económica de los judíos no tuvo parangón. En Toledo, participaron en la traducción de textos árabes a las lenguas romances, así como del griego y el hebreo al árabe. Los judíos contribuyeron a la botánica, la geografía, la medicina, las matemáticas, la poesía y la filosofía. Durante el reinado de Abderramán III, el erudito Moisés ben Enoch fue nombrado rabí de Córdoba, y, como consecuencia, al-Ándalus se convirtió en el centro del estudio del Talmud, y Córdoba en el punto de encuentro de los sabios judíos”…
De esta época, el pueblo judío celebra a Judah Halevi (poeta y filósofo), Ben Ezra (teólogo), Moisés de León (místico), entre muchos otros. Tal vez la figura judía más destacada de este tiempo es Musa bin Maimón, conocido como Maimónides, quien nació en Córdoba en el año 1135. Fluido en árabe, hebreo y español, pasó su infancia en Córdoba. Sin embargo, cuando un califa intolerante asumió el poder, Maimónides y su familia emigraron de España. Curiosamente, optaron por reubicarse no en la Europa cristiana, sino al Norte de Africa Islámico. Después de haber estudiado medicina en Fez, Marruecos, decidió vivir en El Cairo. “Él y su familia supieron que la gente de los centros urbanos islámicos eran más tolerantes e intelectualmente abiertos que cualquier otro lugar en la Europa del siglo 12”, comenta Morgan. Maimónides fue un médico, un asesor político, filósofo y teólogo.
Rabino Hasdai bin Shaprut subió a la posición política segundo más alto como vicegerente de facto y ministro de asuntos exteriores bajo el Califa Abd-ar-Rahman III. Maimónides se convirtió en médico de la corte del gran visir en El Cairo y más tarde para el sultán Saladino, el famoso modelo de tolerancia.
Las etapas finales
La Edad de Oro llegaba a su fin cuando el califato comenzó a disolverse y la libertad judía se restringía. Breves ocurrencias de violencia también se produjeron. Por ejemplo, la masacre de Granada en 1066 cobró la vida de 150 familias judías, y la invasión de los almorávides y los almohades en el siglo 12 significó un trato más severo e intolerante hacia la gente judía.
“Sin embargo tanto como estén en desacuerdo o en conflicto, los tres grupos [musulmanes-judíos-cristianos] coexistirán, y en ocasiones se ayudarán los unos a los otros, y en silencio se respetarán e incluso honrarán a sus rivales. … Alfonso el Sabio adoptará el modelo tri-religioso de los Omeyas, con asesores musulmanes y judíos a su lado. Inscripciones árabes seguirán adornando las iglesias cristianas y las sinagogas judías mucho después de la caída del califato Omeya “, escribe Morgan.
Durante este periodo de incertidumbre, el pueblo judío fue a la ciudad Toledo que estaba gobernada por cristianos y participó en la Escuela de Toledo, traduciendo obras árabes mayores al latín. También se establecieron en Provincia, otra zona cristiana, que se convirtió en un centro judío de la ciencia y la filosofía. Traducciones judías de las obras árabes fueron patrocinadas a gran escala por clientes locales, y el pueblo judío funcionó como intermediario entre los cristianos y los musulmanes.
La vitalidad judía continuó en la península Ibérica hasta su expulsión de forma masiva en 1492 por la reina Isabela. En este momento crítico, los turcos otomanos llegaron a su auxilio, dándoles la bienvenida a su imperio. “Turquía otomana es una de las últimas encarnaciones de la dulce coexistencia de muchas religiones que ha florecido en ocasiones a lo largo del mundo musulmán”, afirma Morgan. Esto explica la existencia de grandes comunidades judías en Turquía y el norte de África en los años posteriores.
De hecho, los cristianos y los judíos vivían también en todo el mundo musulmán durante los siglos 15 y 16. Mientras que las grandes minorías de cristianos permanecieron en Egipto, Irak, Siria y la India, grandes comunidades judías florecieron en ciudades de Egipto, Irán, Marruecos y otras partes del norte de África.
Sin embargo, como el imperio islámico comenzó a declinar, lo mismo ocurrió con las relaciones entre los musulmanes y los judíos. Como resultado de la caída del dominio musulmán, el surgimiento del nacionalismo moderno y el sionismo (entre otros factores), nuestra interacción actual se ve ensombrecida por el conflicto palestino-israelí. Es verdaderamente lamentable que nuestro pasado glorioso compartido haya llegado a esta conclusión. Sólo cabe esperar que nuestros destinos disfruten de un futuro mucho más brillante y tolerante.
1Este impuesto, aplicado a los hombres sanos, les otorgaba la protección del Estado y los eximía del servicio militar. Los gobernantes lo utilizaban para pagar los sueldos de los funcionarios estatales, las pensiones y para obras de caridad. Los críticos a menudo señalan yizya como un ejemplo de discriminación contra los no creyentes dentro de la ley islámica. De hecho, el concepto de la yizya en el Islam reemplaza el zakat, un impuesto religioso obligatorio para los musulmanes. El dinero el zakat se utiliza para diversos servicios públicos que benefician tanto a los musulmanes como a los no musulmanes. Sayyid Sabiq menciona en Fiqh-us-Sunnah (jurisprudencia islámica) que, “El Islam ha legislado la yizya (el impuesto) sobre los no musulmanes que viven bajo el dominio islámico, en contrapartida a legislar el zakat a los musulmanes, por lo que los dos grupos son iguales (en obligaciones). Esto se debe a que ambos viven bajo la misma bandera y ambos están disfrutando de todos los derechos y beneficios de los servicios prestados por el estado de la misma manera”.