Por Robert Salaam

El 11 de septiembre es un día de reflexión para mí por muchas razones.
Fue el 11/9 que me di cuenta que:

  1. Realmente era un infante de Marina
  2. Estaba dispuesto a morir por mi país
  3. El Islam era, de hecho, no solamente una religión de paz, sino la verdad

La mayoría de la gente no tiene un problema con 1 y 2 cuando cuento esta historia, pero numero 3 siempre se recibe con hostilidad. Sin entrar a la historia como he hecho mil veces, solo quiero tocar los puntos principales.

1: Cuando me uní a la Infantería de Marina en 1998 era un mundo diferente. Muchos de mis compañeros entraron al ejército como una alternativa a quedarse en la casa o no entrar a la universidad. Muchos como yo entraron a la Marina simplemente para ser parte de la mejor organización militar en el planeta. Sin embargo, en pocas palabras, eso fue todo. No hubo sueños de guerra o combate, sin importar la cantidad de entrenamiento que obtuve. Era bueno saberlo, se sentía bien, pero estaba satisfecho detrás de mi escritorio y volando con el Presidente Clinton a la factoría de Harley Davidson en Pennsylvania o a South Beach, Miami. Esa era mi carrera hasta el 11/9.

Ese día, me di cuenta que realmente era un infante de Marina, ese día el guerrero en mí despertó y no quería nada más que luchar contra la escoria que se atrevió a atacar a los EE.UU., ¡la mejor nación en la Tierra! Ese día supe que hasta algunos aviadores presidenciales consentidos eran aun infantes de Marina y estaban listos para ir a hacer el trabajo que hace la Marina.

Ese día esa Águila, Globo y Ancla se apoderaron de mí y el guerrero en mí que no sabía que existía cobró vida. ¡Ese día más que cualquier otro día, era un soldado!

 

2: Debido a la gravedad de ese día y los acontecimientos, supe que se tenía que hacer algo. Yo estaba completamente seguro, pero no sabía qué se iba a hacer. Comencé a pensar en todos los ganadores de las Medallas de Oro que dieron sus vidas por servir a los demás. Nunca entendí eso, pero el 11/9 algo despertó en mí. Entendí que si asesinos fanáticos estaban dispuestos a hacer esto, entonces yo también tendría que estar dispuesto a hacer lo que sea para derrotarlos.

No sabía que pensar, pero una cosa era segura, si tenía que morir, quería que fuera sirviéndole a mi país. Yo nunca me había sentido así, el 10/9 yo use un uniforme, pero era solo un símbolo de “trabajo”, sin embargo, el 11/9 yo jure por ese uniforme y por lo que los militares han luchado y muerto, y estaba listo para unirme a ellos.

Recuerdo que aproximadamente a las 10am antes de que los teléfonos de las bases militares se desconectaran, llame a mi madre y ella contestó llorando. Lo único que tuve el valor de decir fue, “Mami, te amo, diles a todos que los amo, pero ahora tengo que hacer el trabajo por lo que me pagan,” en ese momento, de la nada, le dije a mi madre que nuestra conversación sería la última, y en ese momento de claridad hubo paz. Yo sabía lo que tenía que hacer, y no me importaba el costo, con tal de que América triunfara.

 

3: Esto siempre ha sido lo más difícil de explicar, y todavía lo es. El 11/9 estuvimos “atentos” por más de 14 horas. No vimos ninguna “acción” y solo esperábamos, y esperábamos y esperábamos, hasta que ya era el 12/9. Cuando las circunstancias se desarrollaban y se organizaban tras ese horrible día, comencé a reflexionar; la mayoría del tiempo, acerca del 1 y el 2, pero luego me preguntaba: ¿Quiénes son estas personas que hicieron esto? ¿Por qué lo hicieron? ¿Es posible que sus creencias sean tan alocadas que por ellas estaban dispuestos a matarse a sí mismos y a muchos otros? Me hacía estas preguntas una y otra vez.

Mi única solución era investigar. Quería conocer a mis enemigos para así estar mejor preparado para matarlos. Como cristiano devoto, líder laico, maestro de estudios bíblicos, etc., quería ver este libro monstruoso por mí mismo para poder informarles a mis amigos, grupos y congregación. Yo nunca había conocido un musulmán; lo único que había conocido en mi vida era la iglesia, de modo que decidí ir directamente a la fuente…. El Corán.

Mientras las cosas se calmaban en la base durante los días siguientes, resolví ir a la librería y compre un Corán. Mi primera copia. Era completamente en inglés, nada de árabe. Así, con una mirada de desprecio y desdén en mi corazón empecé a leer… Lo primero que leí fue:

 

La Apertura

En el nombre de Dios, Clemente, Misericordioso:

Alabado sea Dios, Señor del Universo.

Clemente, Misericordioso,

Soberano absoluto del Día del Juicio,

Sólo a Ti adoramos y sólo de Ti imploramos ayuda.

Guíanos por el sendero recto.

El sendero de quienes agraciaste, no el de los execrados ni el de los extraviados.

 

¡En el nombre de Dios, Clemente, Misericordioso! ¡Qué rayos! Yo pensaba que iba a leer acerca de matando cristianos en el nombre de otro dios o algo parecido. ¿Dónde estaba la violencia y la justificación de ella hacia América? Esta apertura era semejante a mis oraciones, así que continúe leyendo…

Al leer más aprendí muchas cosas como Dios es Uno, la guerra o la lucha sólo es permisible en defensa propia contra la opresión, el respeto por la religión de los demás y sus lugares de culto, los musulmanes creían en los profetas de la Biblia y en Jesús, aunque de una manera un poco diferente, pero ¡hasta hay cristianos que creen lo mismo acerca de Jesús también! Es decir, no encontré nada de lo que esperaba, no encontré una pistola humeante, la poca supuesta violencia que pude descubrir no era nada más que hechos históricos. Eso no cambiaba el gran contexto del libro que era llamar a la paciencia, la plegaria y el equilibrio. No se leía como un libro puramente histórico aunque contenía alguna historia, pero tampoco era un libro de pura dogma, aunque había algún dogma en él. Lo más increíble para mí era que el autor parecía estar hablando directamente conmigo en lugar de a través de terceras y cuartas personas. Por cada pregunta que hacía, había una respuesta, por cada respuesta, el mismo texto me hacía una pregunta.

El libro me forzó a pensar, me retaba y razonaba conmigo. Era un libro de razonamiento, un libro de discurso, este libro reforzó mi deseo por Dios. Cualquier libro que pudiera hacer eso por sí sólo, sin la ayuda de una persona leyéndolo tenía que ser de origen divino.

Claro que esto me desconcertó. Mis emociones empezaron a confundirse, no sabía qué pensar, pero yo estaba seguro de una cosa, yo creía en este texto y quería ser uno de sus creyentes. ¡Obviamente esos asesinos no pudieron haber leído el mismo libro! Debemos estar leyendo dos cosas diferentes.

Me importaba menos y menos los asesinos terroristas y lo que ellos extraían del texto y más y más sobre lo que yo extraía del texto. De alguna manera, ellos entendían matanzas e intolerancia; yo entendía amor por Dios, por el prójimo y la paz. Ya yo no tenía que creer que los que no pensaban igual que yo se dirigían hacia el infierno; ahora podía creer en la unidad de la fe, podía creer que todos los hombres estaban destinados a regresar a Dios y que Dios amaba a todos, no solamente a un grupo elegido.

Naturalmente, todo esto me sacudió en mi fundación, en mi núcleo, así que lo mejor que pude hacer fue compartir mis pensamientos con mi mentor y pastor, mi abuelo. Yo esperaba que me reprendiera y me dijera que Satanás me estaba confundiendo, pero en cambio, me dijo que él creía que el Islam estaba en el mismo camino que el judaísmo y el cristianismo, que todos tienen un origen central y un destino central. Creía que, si bien la familia de Abraham (la paz sea con él) no siempre estaba de acuerdo en muchos puntos, todavía eran familia, no obstante.

En ese momento, con la boca abierta, me di cuenta que mi nueva manera de pensar no era un obstáculo para mí o una confusión satánica, sino otro camino que Dios eligió para mí, y Él sabe lo que hace.

Todo esto paso pocas semanas después de 11/9. Imaginen la sorpresa para todos los que conocía cuando les dije que me estaba convirtiendo al Islam. Imaginen la sorpresa cuando cambié mis placas de identificación y expedientes de “cristiano” a “musulmán”. Muchos no lo tomaron bien, y muchos tampoco lo hacen hoy en día. Pero la fe es así. No solemos tener tanto control como nos gustaría creer. Si realmente creemos entonces seremos capaces de llevar nuestra cruz, sin importar lo difícil que sea.

¡Y realmente ha sido difícil! Me han llamado de todo: Ingenuo, traidor, falso, etc. me han dicho que nunca fui un cristiano o un buen cristiano desde el principio y esa es la razón que me fui tan “fácil”, ¡como si supieran! Se me ha preguntado cómo podría adoptar la religión del enemigo mientras mi país estaba bajo ataque, mi servicio ha sido puesto en duda, mi lealtad, etc., etc.

El problema es que muchos no pueden o no quieren separar la religión de la gente, claro, a menos que la religión sea el cristianismo o el judaísmo.

No importa que yo sirviera otros 3 años honorablemente en la Infantería de Marina como musulmán. No importa que haya trabajado para la oficina más alta de la nación como musulmán, no importa que desde la Infantería de Marina haya trabajado y servido en agencias en las que muchos otros estadounidenses sólo pueden soñar, sólo pueden ver en el exterior, y, en muchos casos, incluso ¡ni saben que existen! Todo esto, como musulmán.

Pero, volviendo al tema…  Durante todos estos años no ha cambiado mucho. Mucha gente sigue odiando al Islam y a los musulmanes, muchos musulmanes siguen defendiéndose y defendiendo su fe, y algunos musulmanes todavía cometen las acciones que ayudan alimentar las llamas de este odio.

Yo solo pido a Dios que durante este día de reflexión nosotros como americanos, como seres humanos, comencemos a pensar más en nuestras similitudes en lugar de nuestras diferencias. Pido a Dios que podamos reunirnos para destruir el radicalismo y el extremismo en todas sus formas. Pido a Dios que nos demos cuenta de que nuestras diferencias son una prueba que Dios es Grande, y nos dan una razón y una motivación para conocernos mejor.

“¡Oh, humanos! Os hemos creado a partir de un hombre [Adán] y una mujer [Eva], y [de su descendencia] os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Alá es el más piadoso. Ciertamente Alá es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis”.  [El Corán, 49:13]