Por Humaira Khan
Justo afuera de la ciudad, se detuvo y miro hacia atrás. El lugar que estaba huyendo a la fuerza había sido su hogar por más de cincuenta años. Fue ahí que nació, se crio, se casó y tuvo a sus hijos… La gente de esa ciudad era su gente, algunos había conocido desde que era un niño. Ahora no estaban dispuestos a tolerar su presencia solo porque su fe era distinta a la de ellos. Si no se hubiese escapado, ellos lo hubieran asesinado.
¿Que existía en el interior de esas personas que les hacía tan intolerantes?
Sin embargo este no fue el único dolor o sufrimiento que había enfrentado en su vida. Su padre murió antes de que naciera y su madre falleció cuando tenía solo seis años. Su abuelo, quien lo amaba muchísimo, cuido de él hasta que también dejó este mundo cuando el pequeño tenía apenas 8 años. Entonces su tío lo crio y lo quiso como un hijo, pero sus negocios habían decaído y el joven huérfano tuvo que pastorear ovejas para mantenerse a sí mismo.
Su matrimonio llenó su vida de mucha felicidad pero en la ciudad había dos pequeñas tumbas – las de sus dos hijos varones que habían muerto en su infancia.
A la edad de 40 años, debido a su honestidad como hombre de negocios, su buena reputación había sido establecida: él era conocido como Muhammad, el Honesto, el Confiable.
Sin embargo, cuando escogió creer en un solo Dios e intentó transmitir este mensaje, fue acosado. Su caso fue similar al de los profetas anteriores como Noé, Jesús, Jonás y otros: los que negaron creer en él fueron los que solían ganar de un sistema corrupto. [Oprima aquí para saber lo que el Islam dice acerca de todos los profetas.]
Parado en el Monte Safa, le dijo a su gente, “Si les dijera que hay un ejército listo para atacarlos detrás de esta montaña, ¿me creerían?” Ellos expresaron su plena confianza en él. Le dijeron que era el Honesto y que nunca le habían escuchado mentir. Pero cuando les dijo, “Soy un consejero enviado a ustedes…”, ellos descreyeron.
Persiguieron a él y a sus seguidores, matando a algunos, hiriendo considerablemente a otros, todo esto para proteger al statu quo que les daba poder ilimitado, autoridad y privilegios y que esclavizaba y abrumaba a la gente común.
A pesar de esto, el mensaje universal del Islam se extendió mientras más y más personas se daban cuenta que tenía más sentido declarar su dependencia en un Ser Supremo que en otro ser humano. Una persona que proclamaba tener absoluto poder y autoridad no la poseía realmente. Era tan indefenso como cualquier otro cuando la muerte le llegaba; y no tenía el poder para evadirla.
Muhammad: El Mensaje de justicia y esperanza
Aquellas personas más cercanas al Profeta fueron los primeros al entrar al Islam. La gente que está más cerca de nosotros son los que nos conocen mejor, los que están conscientes de nuestras debilidades y faltas. Sin embargo, la esposa del Profeta, su sirviente, su primo que vivía con él y su mejor amigo fueron los primeros en aceptar el Islam y su misión profética, un testimonio de su carácter extraordinario.
Sus seguidores eran los pobres, indigentes y los débiles. Reconocían la verdad y la aceptaban aunque sabían que su creencia los expondría a la ira de la aristocracia.
Aquellos que eran oprimidos y habían sufrido injusticias encontraban una esperanza en la promesa de un Día del Juicio cuando cada ser humano tendría que rendir cuentas por sus fechorías y recibir de Dios una recompensa exacta por ellas.
Los que habían asesinado, saqueado, robado, engañado, sobornado, violado y mentido y habían logrado escapar de la ley del mundo, serían llevados ante la justicia de una Autoridad Suprema en ese Día. Ningún escape sería posible hasta que se hubieran examinado todas las evidencias en su contra y el asunto haya sido resuelto. En este mensaje había verdad, justicia, y equilibrio.
Para los que habían hecho mal en la ignorancia o cometido errores, aunque fuesen graves, el mensaje era de esperanza: esperanza para el arrepentimiento, una esperanza en la Misericordia de Dios. Si verdaderamente se arrepentían, ningún pecado era demasiado grande para la Misericordia de Dios y tenían la esperanza de Su perdón.
La persecución y el exilio
Temiendo la rendición de cuentas y la igualdad bajo el sistema justo que el Islam representaba, los líderes ricos y poderosos de la ciudad de la Meca conspiraron para asesinar al hombre que antes llamaban el Confiable y el Honesto.
La respuesta de los incrédulos entristeció el Profeta porque habían dejado de ver la realidad y estaban destinados a sufrir a causa de ello en el Día del Juicio. Ellos trataron de sobornarlo con riquezas, poder, mujeres y autoridad, pero la adquisición de estos bienes no era su objetivo; en cambio, él quería salvar a la gente a quienes había sido enviado como mensajero del tormento en el Mas Allá.
Los incrédulos ejecutaron su ataque contra él y sus seguidores, obligándolos a abandonar sus hogares para escapar de la persecución.
Mientras eran expulsados de su ciudad, no tenían ni la menor esperanza de poder volver a sus hogares. Sin embargo, en tan solo ocho años, Dios los traería de nuevo a esta ciudad, victoriosos. Y al contrario de los líderes arrogantes que los estaban expulsando ahora, ellos entrarían a la ciudad con humildad no con orgullo por su victoria. Pues ellos sabían que el hombre no tiene el poder de lograr nada excepto por la voluntad de Dios
Pero todo esto ocurriría ocho años después.
La fe en Dios
Ahora, mientras asesinos esperaban por él, Dios protegió a Su profeta en el momento que huyó de su casa y viajó afuera de La Meca. Mirando hacia el valle para abajo, él dijo, “De toda la tierra de Dios, tu eres el lugar más amado para mí y si no fuese porque mi gente me ha expulsado, nunca te hubiera dejado”.
¡Que difícil momento para una persona forzada a abandonar su hogar así! Pero la promesa de Dios para los creyentes es verdadera: “Luego de toda dificultad viene un alivio, Y ciertamente que luego de toda dificultad viene un alivio”. (El Coran, 94:5-6)
Cuando una persona se siente completamente responsable y culpable porque su vida se ha puesto difícil, se vuelve inútil y suicida. Pero si busca refugio en Dios, y confía en que Él vendrá en su ayuda, él encontrará la paz y la aceptación dentro de sí mismo. Porque lo que parece imposible para el hombre, como un milagro, es sólo un pequeño asunto para Dios, que es capaz de todas las cosas.