Al pensar en artes marciales, mucha gente inmediatamente se imaginan a Bruce Lee o a Chuck Norris, y al pensar en un musulmán, lo que se les viene a la mente es alguien árabe. ¿Pero qué tal un musulmán latino que también es artista marcial? Algo como un samurái latino que solo se inclina hacia Alá? – Ese soy yo.
Mis padres emigraron desde Ecuador a los Estados Unidos a final de los años setenta. En 1980 nací yo y después de ocho años me encontré en un uniforme negro y un cinturón, pateando y pegando sobre una estera verde en Unión City, Nueva Jersey. Comencé a practicar Kung Fu de Garra de Tigre durante mi niñez y adolescencia, continuando hasta mi primer año de la universidad. Las artes marciales fueron una mayor y crucial parte de mi vida porque me ayudaban a mantenerme disciplinado y enfocado. No me la pasaba andando por las calles como otros muchachos, no me uní a una pandilla, ni me metí en problemas porque estaba muy ocupado entrenando y manteniendo una vida saludable.
Cuando entre a la universidad en 1998, decidí dejar mi entrenamiento para enfocarme en mi educación. Durante mis años de estudio, conocí el Islam y lo abrace como mi estilo de vida. A según fui conociendo más y más del Islam; sobre cómo adorar a Alá únicamente y las costumbres del Mensajero de Alá, Muhammad (que la paz este con él), me di cuenta que muchas de las cosas que practicaba durante Kung Fu no eran aceptables islámicamente, como la reverencia, haciendo ejercicios al escuchar música, entremezclarse con el sexo opuesto, etc. Sin embargo, había otros aspectos que coincidieron con el Islam como el honor, responsabilidad, la misericordia y amor para los demás, disciplina, dedicación, perseverancia, lealtad junto con otras cualidades.
No encontraba una solución al conflicto entre los beneficios del entrenamiento y los aspectos que no estaban de acuerdo con el Islam. Pasemos hasta el 2009; después de haberme casado y tenido dos hijos, me mude a College Park, Maryland. Durante ese tiempo me encontraba descontento con mi condición de salud. Mido 5’4 de altura y pesaba más de 200 libras, de acuerdo con la mayoría de doctores era obeso. Recuerdo que pensé que la única manera que podría cambiar era si comenzaba a entrenar nuevamente en artes marciales. Empecé un trabajo nuevo en la oficina administrativa de la mezquita local. Uno de mis compañeros estaba entrenando en el programa de karate que la mezquita ofrecía. Estaba tan feliz que finalmente encontré la oportunidad que esperaba.
Fui mi primer día e inmediatamente me inscribí. Me dedique de la misma manera que lo había hecho durante mi adolescencia. Perdí 50 libras y recibí mi Cinturón Negro poco más de un año después; todo en un ambiente islámico, entrenando con otros hermanos musulmanes, y adorando Alá mientras tanto. Lo que encontré en College Park era un programa único. Es algo en que todas las comunidades deben establecer e invertir para promover la disciplina, liderazgo, buena salud y el ejercicio.
Hoy soy uno de los instructores principales de Aqabah Karate en Dar-us-salaam/Al Huda School, enseñando clases de Tang Soo Do Coreano y Jiu Jitsu Brasileño. Dirigimos un programa solido con seis Cinturones Negros y doce candidatos al Cinturón Negro. Tenemos clases para hombres, mujeres, y niños desde los 5 años de edad. Les da a los miembros de nuestra comunidad una oportunidad para hacer ejercicios y sentires bien mientras aprenden técnicas de defensa propia prácticas.
¿Por qué es importante que todos los musulmanes aprendan artes marciales?
Para muchos, incluyéndome a mí, Aqabah Karate es más que un programa extracurricular o un pasatiempo; es un complemento al estilo de vida que llevan como musulmanes. El Profeta (que la paz este con é) dijo en un hadiz autentico narrado por Abu Huraira, “El creyente fuerte es mejor y más amado por Alá que el creyente débil, pero hay bien en ambos.” (Reportado en Sajih Muslim)
Muchos de los eruditos han dicho que este hadiz es relacionado no solo a la fe (el iman), sino también a la fuerza física y que es una manera de aumentar el iman. El bienestar físico ayuda al individuo a practicar más actos de adoración. El que hace ejercicios, se estira, y come bien tendrá más energía comparado al que no. Esta energía contribuye a la habilidad de pararse a rezar por un tiempo prolongado, a despertarse a tiempo para fayr o tajayud, o para hacer actos de caridad y otras buenas obras, etc.
Además, las artes marciales tienen tanto beneficio para el que se propone embarcar en su trayecto, tal como aumentar la confianza, coordinación, habilidades de liderazgo, agilidad, flexibilidad, y, por supuesto, el conocimiento práctico de la defensa propia. A través de las artes marciales, el estudiante aprende a ser humilde, respetuoso, honorable, y también le ayuda a mantener el control, la integridad en sus acciones, y le provee las herramientas necesarias para superar todos los obstáculos, insha’Alá.
Demasiados jóvenes hoy en día están involucrados en actividades sedentarias como los videojuegos y la televisión. Hay un gran aumento en la obesidad y las enfermedades asociadas que afectan al corazón y al sistema digestivo. Esto es sorprendente, especialmente sabiendo que el Mensajero de Alá dijo en un hadiz auténtico,
““El hijo de Adán nunca va a llenar un recipiente con algo peor y malo que su estómago. Es lo suficiente algunos pedazos (de alimentos) que lo mantengan en pie, de lo contrario, se debe dividir el estómago en tres partes: Un tercio para su comida, el otro para la bebida y la otra tercera parte para su aliento “(Ibn Hibban)
Hay una necesidad para programas como Aqabah Karate en nuestras comunidades para ayudar a parar esta epidemia de obesidad. Los musulmanes a lo largo de la historia han tenido una reputación de ser disciplinados, fuertes, y valientes. Podemos ver y conocer de esto por las historias de los compañeros del Profeta (que la paz este con él) como Omar bin el Khatab, Khalid bin el Walid, Osama bin Zaid, Abdulá bin az Zubair, y muchos más.
Cuando leemos sobre sus vidas, aprendemos que ellos fueron verdaderamente, maestros de las artes marciales. Quizás no tenían Cinturones Negros en Karate o Kung Fu, pero vivían por los códigos de conducta íntegros de las artes marciales que incluyen la lealtad, obediencia, respeto, amor y misericordia, honor, valentía, inteligencia, y espíritu indomable. Estas son las normas de comportamiento que se han establecido en Aqabah Karate y se les enseña a sus estudiantes.
La práctica de las artes marciales es una disciplina esencial que puede traer grandes beneficios a los musulmanes en esta etapa de pereza y obesidad. Actividades de fuerza y acondicionamiento ayudan a aumentar la resistencia y la salud cardiovascular; la lucha, el entrenamiento de golpes y defensa propia ayudan a aumentar la confianza; y en general, las clases inculcan un sentido de liderazgo, disciplina, y honor que son cualidades excelentes tanto para los hombres que para las mujeres y niños. Los centros islámicos y mezquitas pueden servir sus comunidades a través del establecimiento de este tipo de programas. Es una manera para todos poder ser mejor que los creyentes débiles y ganar el amor de Alá. ¿Por qué no comenzar hoy?