Por Nageen Khan
El carácter de una persona es uno de los aspectos más importantes del Islam. Mientras los actos de culto tienen un gran significado; el Islam es más una forma de vida. Todo en la vida de un musulmán, incluyendo los modales y la personalidad, debe estar en consonancia con el Islam. Por lo tanto, los valores islámicos y cualidades son muy importantes. También son relevantes en la vida cotidiana de los musulmanes, a pesar de que, lamentablemente, a menudo sean descuidados.
El Corán, el libro sagrado del Islam, hace alusión a diversos valores islámicos en diferentes puntos. Uno de los mejores ejemplos se encuentra en el capítulo 31, llamado Luqmán:
Dimos esta sabiduría a Luqmán: “¡Sé agradecido con Dios –pues quien es agradecido [con Dios] lo es sólo por su propio bien; pero quien elige ser desagradecido [debe saber que], ciertamente, Dios es autosuficiente, digno de continua alabanza!” Y, Luqmán habló con su hijo, amonestándole: “¡Oh mi querido hijo! No atribuyas poderes divinos a nada junto con Dios: pues, ¡ciertamente, esa [falsa] atribución de divinidad es en verdad una ofensa enorme!”
“Hemos ordenado al hombre el trato bondadoso a sus padres… pero si se empeñan en hacer que atribuyas divinidad, junto conmigo, a algo que tu mente no puede aceptar [como divino], no les obedezcas; pero [aún así] acompáñales de forma honorable en esta vida, y sigue el camino de los que se vuelven a Mí.” (31:12-15)
La primera virtud mencionada en este pasaje es el agradecimiento. Con demasiada frecuencia escuchamos quejas, y nadie es inocente de esta acusación. Demasiadas veces, nuestra voz interior dice “Yo quiero…” o las preguntas de “¿Por qué yo?” o “¿Por qué ahora?” nos consumen. En este verso, se nos recuerda que debemos estar agradecidos a Dios, sin importar la situación.
Siempre hay aquellos que están en peores situaciones que nosotros, y no importa lo que nos está pasando, debemos constantemente tener esto en cuenta. Nosotros somos los que debemos ser agradecidos a Dios; si no lo somos, es nuestra propia pérdida. Por lo tanto, la gratitud es un aspecto significativo del carácter islámico.
Luqmán, el Sabio, entonces aconseja a su hijo a adorar al Único Dios. La fe en Dios es el valor más importante en el Islam: es el primer pilar del Islam, y uniendo otros en la adoración a Dios es el único pecado imperdonable. Este verso reitera la importancia de este como un valor islámico. Luego, Dios nos recuerda que debemos ser respetuosos con los padres hasta el punto de que se nos ordena ser amables y considerados con ellos, incluso si tratan de hacernos asociarle coparticipes a Él. El Profeta Abrahán es un ejemplo de esto: él se mantuvo constantemente cariñoso y gentil hacia su padre a pesar de que no rechazó la idolatría. Esto es un ejemplo de la importancia absoluta de ser siempre respetuosos con nuestros padres en el Islam.
Después de eso, Luqmán le ofrece más consejos a su hijo:
“¡Oh mi querido hijo,” [prosiguió Luqmán,] “en verdad, aunque se trate de algo del peso de un grano de mostaza, y estuviera [oculto] dentro de una roca, o en los cielos, o en la tierra, Dios lo sacará a la luz: pues, ciertamente, Dios es inescrutable [en Su sabiduría], consciente de todo! Sé constante en la oración, ordena la conducta recta y prohíbe la conducta inmoral, y soporta con paciencia lo [malo] que te suceda: ¡esto es, ciertamente, algo que requiere de la mayor determinación! Y no apartes la mejilla de la gente por soberbia, ni camines por la tierra con arrogancia: pues, ciertamente, Dios no ama a quien, por presunción, actúa de forma jactanciosa. Así pues, camina con modestia, y baja la voz: pues, ciertamente, la voz más desagradable es la voz [estridente] del asno….” (El Corán, 31:16-19)
Aquí, Luqmán le advierte a su hijo que Dios está consciente de incluso la más pequeña de las cosas que pueden parecer ocultos a nuestros ojos. Esta toma de conciencia del conocimiento exhaustivo de Dios es una característica esencial dentro del Islam. Este mundo y todo lo que contiene es la creación de Dios y Él es consciente de todo lo que ocurre en ella. Del mismo modo, Dios siempre nos vigila y cada hecho esta registrado.
Después de que se establece los fundamentos de la fe, se nos recuerda los valores musulmanes fundamentales: la oración, la realización de buenas obras, prohibiendo el mal y siendo paciente en todas las circunstancias. Estas son las obligaciones islámicas básicas que permiten a las personas embellecer su relación con Dios, así como con los que les rodean.
Las últimas lecciones de Luqmán para su hijo le enseñan acerca de la comunicación con los demás. La soberbia y la arrogancia deben ser rechazadas. Son rasgos desagradables no sólo ante los ojos de Dios, sino también en los ojos de otras personas. Todo el mundo odia a la gente arrogante: nadie soporta estar alrededor de alguien que está constantemente presumiendo. También se nos recuerda de no hablar con una voz demasiada alta; pues los gritos se comparan con el rebuzno de un burro, el peor de todos los sonidos.
Estas características no sólo son relevantes al Islam, también son muy provechosas para toda la humanidad en general. A fin y al cabo, históricamente, la orientación que nos ha llegado a través de diferentes profetas y revelaciones, es del mismo Dios Único. Adán, Noé, Abrahán, Moisés, Jesús y Muhammad (la paz sea con ellos), todos trajeron el mismo mensaje: adoren al Único Dios y vivan una vida moralmente recta.
Como Dios dice en el Corán: “Ciertamente, os hemos creado a todos de varón y hembra, y os hemos hecho naciones y tribus, para que os reconozcáis unos a otros. Realmente, el más noble de vosotros ante Dios es aquel que es más profundamente consciente de Él”. (49:13)
Por lo tanto, todos apoyamos los valores comunes. Pidamos a Dios que nos permita actuar con el conocimiento que tenemos y defender mutuamente nuestros valores compartidos.